Viajes a Ometepe - Medio Ambiente
Cuando tome conciencia de lo que tenía frente a mis ojos, era algo de un tamaño descomunal, y en su cúspide coronada de un material rojo intenso se deslizaba lentamente por las laderas. Acompañado con unos retumbos que salían del centro de la tierra. En realidad tuve miedo. Me sentí un enanito como pulgarcito. Un miedo terrible, que se calmo con las palabras de mi padre: no te preocupes, mañana vamos a ir a Mancarrón a ver como quedo el café. Hasta mañana hijo. Y me dio un beso en la frente. Tranquilamente todo el mundo se fue a su cuarto a dormir, sinceramente el único que no conciliaba el sueño era yo. Después de mil rezos en silencio con la almohada sobre la cabeza para tapar el miedo, logre dormir muy tarde por la noche. Temprano en la mañana, mi padre tenía lista las bestias y después de un suculento desayuno, típico isleño con huevos de amor y frijolitos fritos, plátano tierno y café, salimos por el camino del cementerio de Altagracia hacia las laderas del Choncosiguatepetl (Concepción). Subimos hasta llegar a la finca Mancarrón, donde teníamos un cafetalito. La vista desde allí era panorámicamente magnánima. A nuestro alrededor gran parte de la finca había sido arrasada por la lava. La tristeza en el rostro de mi padre era tan obvia que no pregunte nada. Eso era la destrucción de la naturaleza por la naturaleza. Pero ahora, las laderas del volcán están destruidas por la acción del hombre. Después de años explotando la tierra, primero para leña de los hornos de tabaco, después para sembrar pasto o para granos básicos. Está bien que se ocupe la tierra para la vida del hombre pero debemos saber como hacerlo. Después del 79, nacieron las famosas cooperativas que se tomaron las tierras de los que consideraban somocistas, o amigos del somocismo, o por la simple razón de venganzas personales. (Aun actualmente, hace dos años, se tomaron tierras hasta lograr llevar la frontera agrícola cerca de la cumbre del Mixcoatepetl (Maderas). Una serie de malversaciones llevaron a la destrucción de las fincas, el mal uso de las tierras y del dinero que les dieron, causó la fuga y desaparición de los miembros de las cooperativas al no poder pagar al banco. Después, se alimento la avaricia de algunos, dizques sandinistas o no, que empezaron a tomarse o “comprar” ilícitamente las tierras para venderlas a terceras personas, que ingenuamente y ajenas a la real posesión de esas tierras, las compraban a precio de güate mojado. Después un ex ministro de turismo se “agarro” la cascada de San Ramón para su uso particular, hizo un melle cerrado y la costa también la cerro para su uso personal y nada mas lo multaron con unos cincuenta mil córdobas que n ha pagado. Y Porque todo este cuento? Porque ahora nos encontramos que en los volcanes cada día la erosión causada por el despale, la falta de terrazeado, de reforestación mas la pérdida de bosques y fuentes que mantienen la vida de nuestra isla los están aniquilando. Creo que es hora de parar la destrucción de lo que Dios nos ha dado.
Estamos votando entusiasmados para ser, orgullosamente, parte de las Maravillas Naturales del Mundo, Diario estamos subiendo en el raiting mundial y a muy buen paso. ¿Y que estamos haciendo para que la isla luzca en toda su belleza?
En años pasados, presenté una propuesta a los dos alcaldes de la isla, (que espero se acuerden) la idea de desarrollar un programa de siembra del Vetiver por todas las laderas de los dos volcanes. Apoyado por jóvenes estudiantes, o si era posible, por siembra aérea. La semilla del Vetiver, es tan dadivosa como el zacate Jaragua y que creo que son familia cercana. Lo que sería un primer paso para ayudar a evitar la tremenda erosión que esta sufriendo, principalmente el Concepción. Pero algo pasó - que debía ser más “prioritario” - que salvar el volcán. Es más, no solo es el volcán, sino la población y más directamente a los del lado Sur-Oeste. Se olvido la idea, y la búsqueda del financiamiento se quedo para otro rubro “más importante”.
La flora y fauna de la isla es increíble. Hay especies de orquídeas y malakos (conchas), que no están ni siquiera clasificadas por ninguna entidad científica, y hay algunas que ya están como únicas, en registro de importantes universidades tanto de Europa como de los Estados Unidos. Creo que es nuestro deber, hacer lo máximo, para cuidar esta maravilla de la naturaleza, y no seguirla destruyendo. ¿Como lo vamos hacer? Uniéndonos. ¿Unirse? ¿Cómo?
Ah! Eso, querido Wilber, -como decía el cartoon-, es otra historia.
MARIANO MARIN
Historiador, Cineasta e Isleño
mmarin55@gmail.com
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